A nadie nos sorprende usar vaqueros, calzado deportivo de manera habitual, beber refrescos carbonatados, o que el cine culturalmente icónico sea anglosajón. Esto en Inteligencia se llama procesos de influencia, creación de modelos o sesgos culturales, o sencillamente penetración y dominio económico por diversos medios. Podemos llamarlo Marca o reputación que se transforma en dinero.
La queja es frecuente, pero nadie se siente con fuerza para oponerse, nadie contrarresta so pena de sonar chovinista o rancio. Es una batalla perdida, pero el mundo gira y la guerra comercial o de productos es muy larga. Tan provinciano es creer que lo extranjero es mejor que lo propio como pensar que nuestra mentalidad es la que preserva valores eternos.
No pretendo dar lecciones de estrategia a nadie, pero si se me permite compartiré algunas ideas (propias y ajenas) para ver que uso tendría la Inteligencia para influir en el exterior desde el punto de vista comercial. Lo haré utilizando tópicos para expresar ideas no por que pretenda un sesgo localista, si no por cuestiones de espacio; y el que deba dar tantas explicaciones demuestra el propio sesgo que teme levantar susceptibilidades. Todo discurso tiene fallos según quien lo lea.
El problema más grave es el Cainismo entre nosotros y la no cultura del reconocimiento de la labor del otro, la Inteligencia Socio Cultural nos demuestra que para crecer se hace en compañía y con valores compartidos, lo llamamos Identidad. Eso sí peleamos más por unos colores de futbol que por un modelo empresarial conjunto. Preferimos que se hunda mi empresa antes que compartir una camiseta. La Inteligencia nos demuestra que si sólo pensamos en el win-win al final competimos entre nosotros, mientras que el lost-lost compartido nos hace sostenernos mejor en las crisis. Vete tú a saber si es una estrategia a largo plazo de los consultores, quien sabe si el famoso ratón y el queso menguante eran para equivocarnos el camino.
La segunda idea es la presión demográfica e idiomática. Somos el tercer idioma más hablado y con crecimiento comercial por demografía más rápido, y lejos de aprovecharlo discutimos en quien tiene más derechos. No creamos cooperación de verdad entre nuestra cultura, nos vemos como invasores o hacemos chistes disgregantes. Pero admiramos la Commonwealth, que por cierto empieza a ver imparable ese crecimiento y está absorbiendo nuestro idioma. No somos capaces de cooperar.
Tenemos una capacidad de trabajo y sacrificio superior a la media, pero pensamos que el europeo es mejor. Miramos las encuestas de grandes consultoras, organismos públicos o privados internacionales y los parámetros de eficiencia de expatriados o trabajadores nuestros supera con creces en creatividad, innovación, disciplina, liderazgo o formación a los autóctonos. La tasa de conflictividad es varios puntos por debajo y dejamos que continúe la leyenda negra de ruidosos o malencarados. El no usar herramientas de inteligencia para el diseño de los planes de carrera o los famosos Tracks deformación competitiva nos hace perder puntos. Cosas que ya se hace en centros de negocio o escuelas de formación en Francia, UK, USA o Japón desde hace décadas.
Seguimos pensando que todo lo tiene que hacer el padre estado o sus sacrificados funcionarios de cámaras de comercio o ICEX, queriendo que inventen otros, cuando la consultoría, la formación y las herramientas nuestras son tan buenas o mejores que las de otros. La tecnología española es muchas veces superior, pero la trasferencia tecnológica deficitaria, subsidiada o dependiente nos hace comprar a precio de oro cosas que nos compraron a nuestras universidades a precio de saldo. Nada cambiará si a nuestros investigadores se les da dinero o trabajo en virtud de lo que escriben, pero no ganan ni reputación ni dinero creando empresas o transfiriendo conocimiento. La solución no es la queja de fuga de cerebros si no la invasión de cerebros desembarcando con empresas.
En fin acabemos con los tópicos y usemos las herramientas de Inteligencia para superarlos. La Inteligencia es la punta de lanza de las empresas y el escudo ante la competencia en la internacionalización, pero si quien pilota esta mentalmente en los años 80 u 90 acomplejados por los tópicos, más vale que vistamos como ellos, bebamos como ellos y abandonemos nuestras empresas a su liderazgo. Como hicimos con las ovejas merinas, el aceite, los vinos o más recientemente con la construcción o la deuda.
Fernando Cocho, especialista en Inteligencia