Si buscamos definiciones de Catalizadores encontramos rápidamente con dos referencias. Ambas permiten explicar el por qué los entornos o personas mentalmente miopes no valoran la Inteligencia.
Grosso modo un catalizador en inteligencia permite dirigir la información o personas por un camino que permita la consecución de unos objetivos. Y como suele pasar siempre, el que camina en aras de un objetivo cuanto mejor es el camino menos se fija y agradece de su comodidad. Puede que el camino deje sutilmente de ser «dúctil» y se defienda poniendo piedras de vez en cuando para que se sepa que existe.
Veamos el uso de la Inteligencia como Catalizador sustancial: «dícese de la sustancia que acelera o retarda una reacción sin participar en ella, los positivos aceleran la reacción, los negativos. En este caso, las herramientas de análisis de inteligencia o su metodología está claro que permiten catalizar la información y el conocimiento para la toma de decisiones. No hay mucho que insistir ya que, poco a poco, se acepta en la cultura empresarial su utilidad y sus ventajas respecto a otras metodologías.
Hoy querríamos hablar de otros catalizadores. El Analista de Inteligencia como Catalizador, «personas que actúan como sustantivo y que atrae, conforma y agrupa fuerzas, opiniones, sentimientos…». Continuamente hablamos de competencias, de perfiles, de variables que identifican al factor humano… tenemos encuadrados a los técnicos, a los informáticos, a los comerciales ¿Cómo es el perfil del analista de inteligencia?
Aceptamos los tiempos comerciales y del ingeniero, la peculiaridad del informático, la displicencia del directivo, pero no los tiempos y modelo mental del analista, su factor real: «es un catalizador».
Si pedimos cosas y no damos feedback o decimos qué resulta de su trabajo, o no les explicamos a dónde va su información, o por qué un proyecto se paraliza… pensarán que su trabajo va a saco roto. De esto a la falta de motivación va a un paso y a la ineficiencia, tres.
No vale decir «se aplica a todo personal», porque siendo cierto, el Analista tiene una peculiaridad que otros quizás no tengan tanto: maneja información sensible, tiene que dar respuesta a un requerimiento integral que afecta transversalmente, está al corriente de la estrategia, conoce las vulnerabilidades o fortalezas propias y ajenas…, evidentemente no es como otro recurso humano, ni mejor ni peor, sólo diferente. Su erróneo uso como catalizador, sin conocer para qué y cómo fue formado, es muy común en los empresarios que desean pero no les preocupa saber qué es un analista, sólo les preocupa el producto.
Quemamos al Analista, sus potencialidades, su imaginación activa… cuando le queramos usar de nuevo será reticente, nos costará ilusionarlo, no nos creerá por las veces que le pedimos cosas sin explicarle por qué no salieron, verá su tiempo perdido.La mala gestión de un recurso no es responsabilidad de él mismo. Un catalizador requiere tiempo y confianza para funcionar bien, por lo que la rotación de analistas no es buena decisión. En resumen, si no sabes tocar un catalizador no lo hagas para hacerlo mal, si desprecias al camino, no te sorprenda una china en el zapato.
Fernando Cocho, socio fundador de H4dm